La IA no es universal

04.08.2025

Hace poco Maria Zajarova publicó un artículo muy oportuno y acertado sobre la IA y el colonialismo.

La IA no es universal. Ha sido creada en Occidente y su forma de pensamiento se estructura según los estándares occidentales, es decir, es una red colonial que se impone a todas las sociedades y las somete a los significados, objetivos y procedimientos occidentales. La IA tiene una identidad civilizatoria y esa identidad es occidental. No podremos crear una IA rusa mientras no tengamos clara la identidad civilizatoria rusa. Gigachat y otros productos rusos son sustitutos de importaciones extranjeras, simples copias de ChatGPT con algunas restricciones adicionales para complacer a las autoridades.

Zajarova planteó un tema importante: la soberanía de la IA. Pero inmediatamente revela otro tema sobre la soberanía de la inteligencia en general, sobre si el espíritu y la mente ruso son soberanos. No se puede hablar seriamente de la IA sin una conversación igualmente seria sobre la Inteligencia.

Llevamos trescientos años viviendo en un contexto intelectual formado por Occidente. Nuestras ciencias, política, cultura, economía y tecnología están influidos por Occidente. Es una vida prestada. No vivimos nuestra propia vida. Occidente no solo está penetrándonos por medio de la IA, lo que Zakharova interpreta acertadamente como imperialismo, sino que Occidente ha penetrado desde hace mucho tiempo nuestra Inteligencia. No tenemos nuestra propia Inteligencia. Al considerar a Rusia parte de la civilización occidental, y esto no comenzó con los bolcheviques, sino con Pedro el Grane, hemos perdido los significados rusos y no tenemos intención de recuperarlos. Todo lo que entendemos por ciencia, política, cultura y arte es occidental, importado y copiado. El desarrollo «creativo» se debe a que solo entendemos parcialmente lo préstamo, ya que no comprendemos los contextos de su origen, que son ajenos a nuestra experiencia. La Rusia de Pedro el Grande es un pseudomorfismo, un proceso arqueomoderno y un culto cargo.

Pero no solo eso, los eslavófilos y los eurasianistas, Juan de Kronstadt y Antón (Krapovitski), Tikhomirov y Solonevich o Florenski plantearon una física cristiana, lo mismo hizo S. Bulgákov con la economía. Y ellos hicieron intentos desesperados por volver a hacer ruso todas nuestras ciencias, por desoccidentalizar la conciencia rusa. Cada uno de sus pasos era valioso para una civilización a la que se le había robado su identidad y la habían sustituido por algo ajeno.

Para abordar el problema del «yo» ruso, incluso para plantearlo correctamente, es necesario primero llegar al «yo» ruso y descolonizar nuestra conciencia. Hoy en día, prácticamente todas las instituciones responsables de las ciencias sociales están fuertemente dominadas por el occidentalismo, o peor aún, por el universalismo occidental, ya sea en su versión liberal o en su versión comunista inercial. Desde la Academia de Ciencias hasta las escuelas. Y allí donde hay tímidos intentos de sustitución de importaciones, no se va más allá: Alicia, ¿de quién es Crimea? Ni siquiera se atreven a tanto. Si se profundiza un poco más, se encuentra un progreso puramente de género.

Esto es lo que le pasó a Musk, que se propuso crear una IA no liberal, anti-woke. Se dio cuenta de que no bastaba con enseñarle a Grok a defender una sola postura (la liberal globalista al estilo de Soros y su censura salvaje), sino varias (incluida la conservadora). El núcleo mismo de la IA sigue estando estructurado de acuerdo con los principios liberales. Cuando Musk eliminó una serie de prohibiciones, Grok 4 comenzó a pronunciar discursos como los de Hitler. Musk inmediatamente volvió a restablecer todo. Y él solo estaba tratando de cambiar el enfoque dentro de la ideología occidental. Y esto es lo que se encontró. Para nosotros, con tal de evitar la colonización (M. Zajarova), se nos plantea una tarea mucho más difícil. No se trata de una corrección cosmética del paradigma occidental, sino de su desmantelamiento y de la construcción de una IA rusa soberana basada en una Inteligencia rusa soberana.

Gracias a Dios, ahora el presidente es consciente de este problema, la Administración Presidencial se ha involucrado y el Ministerio de Ciencia y Educación está tomando medidas específicas y sistemáticas. El Ministerio de Asuntos Exteriores, que promueve activamente la multipolaridad, también ha empezado a dar prioridad a este tema.

Esto es genial. Pero ni siquiera es el comienzo, sino la preparación del comienzo, el ciclo cero.

Por cierto, no ha habido muchos momentos en nuestra historia en los que nos hayamos planteado seriamente nuestra identidad civilizatoria: los siglos XV-XVII (Moscú, el Tercer Imperio), los eslavófilos en el siglo XIX, a principios del siglo XX (la Edad de Plata, Blok, Klyuev) y la emigración. Ahora nos encontramos en otro de esos momentos.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera