Moldavia contra los locos sectarios de Sandu
La segunda ronda de elecciones presidenciales se celebrará en Moldavia el 15 de noviembre de 2020. Los ciudadanos del país deben elegir entre el presidente en ejercicio, Igor Dodon, y la líder del Partido de Acción y Solidaridad, Maia Sandu.
Los acontecimientos en Moldavia son claves para Rusia, y no sólo para la propia Moldavia, porque es la última isla de Europa Oriental que aún no ha sido absorbida por la civilización occidental. Y como dijo el geopolítico inglés Halford McKinder, "quien controla Europa Oriental controla el Corazón de la Tierra (Heartland)", con Rusia en su centro. Resulta que Moldavia es la entrada a Rusia.
De hecho, en Moldavia nos encontramos en la víspera de la última batalla por el continente euroasiático, aunque formalmente es un país pequeño, bastante pobre, sin minerales, y sin ningún potencial económico o humano significativo. Mientras tanto, desde el punto de vista de la gran guerra de los continentes y la batalla de las civilizaciones, este es el último bastión de la civilización ortodoxa y de la cultura ortodoxa, por lo que hoy nos enfrentamos a la amenaza de la rendición final y la pérdida de toda la civilización euroasiática. Porque, de hecho, no hay ningún otro lugar donde retirarse.
A pesar de que Moldavia es el último fragmento de la batalla entre civilizaciones en Europa Oriental, aún no capturado completamente por los globalistas, y a pesar de toda la tensión, Moldavia sigue siendo una fuerte frontera en la que luchamos por toda la región. Es Besarabia, que forma parte de una entidad cultural y política más amplia que incluía la histórica Valaquia y la histórica Transilvania. Y este es el entorno de la cultura ortodoxa en su totalidad.
Muchos suelen decir que la candidata presidencial de este país, Maya Sandu, es más representativa de Rumania que de Moldavia. Sin embargo, tampoco debemos evaluar inequívocamente a Rumania, porque es el único Estado, de hecho, en el que el 90% de la población se clasifica como de tradición y cultura ortodoxa. Ya no existen tales Estados. Ni siquiera Rusia se encuentra tan unida en su apelación a sus raíces culturales y religiosas.
En general, la mayoría de los rumanos ortodoxos tienen algunas minorías, pero son estadísticamente un grupo social muy pequeño de menos del 10%. Sin embargo, como suele ocurrir, estas minorías han usurpado significados y sirven plenamente al Occidente globalista, que a su vez es una minoría absoluta de la humanidad.
Quiero decir, son minorías absolutas desde todos los puntos de vista. Y Sandu no está con Rumania, sino con una minoría rumana, y la propia minoría rumana no está con Europa, sino con Washington y, más bien, con Wall Street, en lugar de con una cierta unidad europea que representa a los pueblos europeos tradicionales con su identidad histórica y cultural.
Por lo tanto, si se mira un poco desde arriba, desde el punto de vista de los dos mil años de historia de la civilización ortodoxa, el lugar que ocupa en ella la Rumania ortodoxa, con Valaquia, Transilvania y Besarabia, que está más cerca de Rusia que de Europa occidental y de todo Occidente, no todo está perdido.
En Rumania existe la mayoría ortodoxa, en Moldavia existe la mayoría ortodoxa, y en Rusia existe la mayoría ortodoxa. Y las minorías simplemente nos han fascinado con su presión, su insolencia, su falta de escrúpulos, y su hechizo durante casi tres décadas acerca de que sus valores son universales, dominantes y globales.
Pero si dejamos caer este velo de locura y evaluamos todo críticamente, con calma y sobriedad, las minorías se encuentran, como deberían, en minoría, y su experiencia es exclusivamente su experiencia civilizacional como tal pequeño grupo agresivo. Mientras tanto, la mayoría se ubica en una plataforma completamente diferente, en valores diferentes.
A nadie en Moldavia le gustan los matrimonios entre personas del mismo sexo, a nadie en Moldavia le gusta el feminismo, la legalización o la emancipación hasta convertirse en seres biológicos sin sexo, en una parte de la biomasa post-humana. No inspira a nadie. Pero tampoco inspira a la mayoría de la gente en Rumania.
Y aquí, al final, dada la importancia de este espacio, deben despertar los arquetipos ortodoxos culturales y civilizacionales, que lucharán contra esta locura y dominio insolente de las minorías. Es necesario permanecer de manera congruente por nuestra cuenta, entendiendo que detrás de nosotros está la mayoría, detrás de nosotros está toda la fuerza principal de los pueblos continentales, la cultura ortodoxa y la historia ortodoxa, y detrás de ellos nada más que hologramas creados por minorías, insolencia y presión.
La alternativa ortodoxa, conservadora y multipolar, con su elaboración intelectual, implica la creación de un espacio significativo que acabará por derrocar al estado de obsesión de este ataque globalista liberal.
Dándose cuenta de que el séquito de Sandu es un grupo de locos, agresivos y obsesivos sectarios liberales, y detrás de nosotros se encuentra la mayoría, debemos actuar con calma, moviéndonos en nuestra dirección. Y si rompemos este último cordón, y luchamos la última batalla final, entonces toda la historia dará un giro. Y será entonces cuando la ofensiva comenzará.
Pero el punto principal es que, tanto si aguantamos aquí y ahora en Moldavia como si nos retiramos a otro lugar, justo al último tramo de Transnistria, nos quedaremos con un talón en el último fragmento de nuestro espacio de cultura y de civilización ortodoxa, y comenzaremos una contraofensiva a partir de aquí.
Me gustaría que iniciáramos esta contraofensiva geopolítica ya el mismo 15 de noviembre, este domingo, defendiendo al candidato que desafía a estas minorías agresivas, defendiendo a Moldavia como un Estado ortodoxo soberano. Y a través de ello retornaremos hacia nuestra influencia, nuestra dignidad y nuestra soberanía, y cambiará el curso de la historia.
Traducido para geopolítica.ru en español, fuente: http://evrazia.org/