El provocativo informe de la RAND
Ya sea de forma intencionadamente incendiaria o debido a juicios erróneos evidentes, el documento continúa la línea de la estrategia rusófoba
«Comprender la cultura estratégica rusa y la amenaza nuclear de bajo rendimiento»: este es el título de otro informe de la Corporación RAND, elaborado por los autores de la rama europea.
A juzgar por los datos básicos de la publicación, la estructura europea de RAND se encuentra en Cambridge, y el informe en sí se presentó al Ministerio de Defensa del Reino Unido en noviembre del año pasado (posiblemente en una versión diferente a la publicada), lo que indica el papel especial de Gran Bretaña en la configuración de las narrativas rusófobas. Aunque la corporación también tiene oficinas europeas en Bélgica y los Países Bajos. Aquí existe una profunda conexión con el núcleo histórico de RAND, ya que el empleado de la empresa Jack Snyder formuló el concepto de «cultura estratégica», directamente relacionado con la toma de decisiones sobre el uso de armas nucleares, ya en 1977.
En este estudio concreto, los investigadores se centraron en la posibilidad de que Rusia utilizara armas nucleares tácticas en el contexto del conflicto en Ucrania. Este tema ha sido promovido activamente en los medios de comunicación occidentales con el fin de demonizar a la Federación de Rusia y a sus dirigentes. El estudio también examina las ideas y los escenarios para el desarrollo de la cultura estratégica. Tienen en cuenta no solo los factores geopolíticos y militares, sino también el pensamiento cultural estratégico, que, según los autores, influye en el comportamiento de Rusia. Estos escenarios muestran cómo Rusia podría utilizar armas nucleares tácticas y qué razones podrían estar detrás de tales decisiones, incluidos los requisitos previos de la cultura estratégica que podrían conducir a una escalada nuclear.
Dado que en el estudio se citan muy pocos autores y documentos estratégicos rusos, en primer lugar, podemos decir que el informe representa más bien la percepción occidental de la cultura estratégica rusa y su influencia en la estrategia nuclear. Por lo tanto, la posible reacción de las potencias nucleares de la OTAN —Estados Unidos, Reino Unido y Francia— es una reflexión sobre el punto de vista occidental, creada en un intento de comprender los mecanismos de toma de decisiones militares y políticas en Rusia. Por regla general, la experiencia histórica revela que dichos mecanismos no se comprenden en Occidente y que se subestiman las capacidades de Rusia.
Básicamente, los autores escriben que Moscú es propensa a una visión del mundo de suma cero, y que Rusia considera las relaciones internacionales como un campo de batalla en el que se producen ganancias y pérdidas absolutas. Y esto se refleja en la estrategia de disuasión nuclear para contrarrestar las amenazas percibidas de la OTAN y otros adversarios.
Sin embargo, los autores destacan que «el papel de las armas nucleares en la estrategia de Rusia es dinámico y fluctúa en función de la percepción de las amenazas y la evaluación de la fuerza militar convencional. Si bien el uso de armas nucleares se considera una opción de último recurso en respuesta a amenazas existenciales, el umbral para tales amenazas sigue siendo deliberadamente vago. Por lo tanto, la disuasión rusa depende de la incertidumbre estratégica, una característica que comparte con otras potencias nucleares, con cambios en la doctrina nuclear diseñados para preservar esta ambigüedad».
Esto confirma una vez más la tesis de que los autores están extrapolando su propia percepción de la disuasión nuclear y la posible escalada. Aunque fue Occidente, representado por Estados Unidos, quien utilizó armas nucleares en la historia de los conflictos contra Japón. Y lo hizo con el propósito de intimidar geopolíticamente.
El estudio recomienda que los aliados de la OTAN profundicen en su comprensión de la cultura estratégica de Rusia para anticipar acciones y desarrollar estrategias de disuasión eficaces. Tales esfuerzos podrían ser loables si dicho estudio fuera presentado por los portadores de la cultura estratégica de Rusia. Pero es obvio que, a pesar de las propuestas y declaraciones específicas de los dirigentes rusos (el mismo conflicto en Ucrania podría haberse evitado si Occidente hubiera escuchado las propuestas de Moscú para el desarrollo conjunto de una nueva arquitectura de seguridad en Europa, que se expresaron en 2021), esos conocimientos serán presentados por los mismos analistas, con una visión ciega de la realidad. Como resultado, las narrativas rusófobas se intensificarán. Se propone hacerlo junto con una vigilancia constante (reconocimiento) de las instalaciones de armas nucleares y la realización de ejercicios militares.
Cabe señalar que desglosan la cultura estratégica de nuestro país en las siguientes «facetas esenciales»:
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Sistema de creencias regional: ortodoxia y mesianismo.
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Sistema político: autocracia, falta de Estado de derecho, centralización.
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Visión de la historia: coherencia estratégica a lo largo de la historia.
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Enfoque de las relaciones internacionales: Rusia está amenazada por Occidente y desde dentro; Rusia tiene una esfera de influencia regional, enfoque de suma cero.
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Forma de guerra: la fuerza es la base de la interacción estratégica, énfasis en la distorsión/engaño/asimetría.
- Enfoque del desarrollo: alcanzar a Occidente.
Obviamente, varios de los puntos de esta clasificación no se corresponden claramente con la realidad. Empezando por el hecho de que en Rusia no hay una sola religión tradicional, sino varias, y que el terrorismo transnacional es también una de las amenazas. Es evidente que la formulación sobre la falta de Estado de derecho es un reciclaje de viejos clichés propagandísticos. El énfasis de Rusia en la guerra es completamente diferente, y la distorsión y el engaño son más aplicables a los países de la OTAN. Por último, la tesis de intentar alcanzar a Occidente está claramente desfasada. Quizás en la década de 1960 era relevante (e incluso entonces, desde la posición de Nikita Jrushchev, quien hizo esta misma declaración), pero ahora es Occidente el que necesita alcanzar a Rusia (y a China) en una serie de ámbitos.
Al mismo tiempo, los autores presentan este marco de «alcanzar a Occidente» como una estrategia interconectada basada en un enfoque holístico y sistemático. Por supuesto, Rusia tiene una visión global y una cosmovisión holística, pero no tiene nada que ver con la idea de «alcanzar a Occidente», que se encuentra en un estancamiento técnico y económico y en una degradación moral y espiritual. Y en términos de recursos naturales y humanos, simplemente no hay nada que «alcanzar».
Curiosamente, los autores citan términos que claramente no comprenden, pero tratan de interpretar en el contexto que necesitan, por ejemplo, «oblómovismo» [Este concepto se refiere al inmobilismo y la incapacidad desde clases acomodadas; pasotismo, pasividad, parálisis].
Los autores también escriben que el miedo a perder influencia llevó a Rusia a cometer y justificar diversas acciones que se presentaron como «defensivas». Ponen como ejemplo las operaciones en Georgia en 2008 y en Ucrania. Sin embargo, los intentos de genocidio de los osetios por parte del régimen de Saakashvili y las represiones contra la población rusoparlante en Ucrania se silencian vergonzosamente. Aunque, al parecer, desde el punto de vista de la protección de los derechos humanos, como les gusta especular en Occidente (pero, de hecho, utilizan este paradigma solo para promover sus intereses económicos y geopolíticos), estos problemas en el contexto del uso de la fuerza militar deberían abordarse en primer lugar. Además, el concepto de intervención humanitaria nació en Occidente y, a sugerencia de Canadá, fue adoptado por la ONU.
Sin embargo, los llamados escenarios propuestos son de cierto interés, ya que la mayoría de ellos se centran en el Báltico, incluso los ciberataques condicionales. Solo uno está dedicado a Georgia, según el cual Rusia mantendrá allí a sus agentes junto con amenazas de utilizar armas nucleares. Esto indica que tal inflexión hacia el mar Báltico, donde Rusia tiene un enclave, la región de Kaliningrado, se hizo claramente de forma intencionada. RAND ha publicado anteriormente varios informes sobre un posible conflicto con Rusia en la región, centrándose en el componente militar de la región de Kaliningrado y los recursos necesarios para superar el sistema de defensa ruso. Por lo tanto, tales escenarios pueden percibirse como la posibilidad de graves provocaciones contra Rusia en el futuro.
Al final, los propios autores concluyen el informe afirmando que «no se puede descartar un posible conflicto entre la OTAN y Rusia en un futuro previsible». Aunque hacen una reserva en cuanto a que es necesario buscar mecanismos de distensión. Moscú los ha ofrecido repetidamente. El que tenga oídos, que oiga. Pero parece que en Occidente se han vuelto sordos y ciegos...