Un antídoto contra el nihilismo contemporáneo. Los infinitos pequeños milagros poéticos de Ernst Jünger

13.06.2025

La imaginación es el único espacio que no se puede mecanizar; es a través de la imaginación como la vida puede recobrar sentido y sabor. La mirada «microcósmica» que recorre las páginas de los diarios y novelas alegóricas de Ernst Jünger (cf. Les Affiches n°101/102, dic. 2023) nos ayuda a comprender lo grande a través de lo pequeño. Entre las escalas, la obra de Jünger es una potencia vibratoria; poetiza tanto al ser humano como las cuestiones filosóficas. Inclinado sobre la iridiscencia de un ala de Cicindèle, el vaivén de un árbol al viento o la reverberación de un sueño, Jünger explora los prismas de lo visible que los científicos rechazan por procedimiento o ceguera. «Había salido la luna y en su resplandor me abandoné a los pensamientos que nos asaltan cuando nos hundimos en lo incierto», escribe en Acantilados de mármol. ¡Elogios para el ensueño asociativo!

El ojo de Jünger es el de un águila, mientras que su prosa es una abeja merodeadora que invade constantemente los mundos contenidos dentro del mundo; el universo visible, pero también el ultravioleta y el infrarrojo que la distancia interior hace palpables, ese bosque donde sólo las abejas poéticas pueden aventurarse. Por eso es fácil comprender por qué algunas frases de Jünger se te suben encima, a veces sin que te des cuenta, para viajar contigo como insectos en tu chaqueta y convertirse en tantos broches de oro del pensamiento. La prosa de Jünger puede calificarse de «magnética».

Encantado y encantador, Ernst Jünger no es menos lúcido sobre su época. El patriota, el soldado, el escritor y el viajero son extremadamente lúcidos. La exagerada tecnofilia de Jünger fue dando paso a un repliegue soberano. Jünger comprendió que la tecnología, lejos de servir al hombre, en realidad se servía de él. Jünger no era un «gentil soñador». Cuando se dio cuenta de que el hombre moderno había llegado después de la batalla, recurrió a los «bosques». Este retiro puede adoptar muchas formas: viajes, imaginación, lectura, meditación. «Nos absorbíamos cada vez más profundamente en el misterio de las flores y sus cálices se nos aparecían más grandes y radiantes que nunca».

De hecho, la modernidad reduce al hombre a ser un trabajador especializado para fuerzas que escapan a su control. «Vivimos tiempos que no son dignos de una obra de arte» (Le Problème d'Aladin). «El tejido de los pueblos se ha vuelto frágil». En efecto, «fuerzas titánicas, disfrazadas de técnicos, actúan aquí. Allí donde Zeus ya no reina, las coronas, los cetros y las fronteras ya no tienen sentido», prosigue.

Como el sueño que habita y la belleza que persigue, Jünger es a veces un escritor misterioso y escurridizo. Soldado exaltado en la Primera Guerra Mundial, fue antinazi desde el momento en que Hitler y «su banda» llegaron al poder. Durante una misión en el Cáucaso, se enteró de los asesinatos masivos de civiles, y escribió en su diario: «Entonces no sentí más que repugnancia por los uniformes y condecoraciones cuyo brillo tanto había amado».

Su amistad con los mitos antiguos podría convertirle en un «pagano», pero durante el periodo más opresivo de la guerra, nunca apartó los ojos de la Biblia; más tarde, incluso se convirtió al catolicismo. Pero eso no significaba que se convirtiera en un soplón: «Mi iglesia» era la obra de arte y sus «hallazgos supremos». De hecho, el nihilismo (la tristeza de nuestras almas hechas para la alegría) le parece el efecto de una guerra metafísica, la que libran los titanes contra los dioses.

Jünger observa que nuestras libertades y nuestras artes han quedado aprisionadas. Se refiere a titanes y cíclopes como «disfraces». Ocupan el espacio sagrado, vivo y cotidiano de los seres humanos. La mitología griega los describe como entidades primigenias, brutales y mecánicas que han escapado de los tártaros donde los dioses los habían aprisionado, de ahí la guerra que libran contra cualquier presencia divina.

Gracias a Jünger tomamos conciencia del poder tecnocrático de los titanes cuando medimos la entrada del Arte Conceptual en las instancias oficiales. Las «instalaciones» de obras bidulares y logotípicas, basadas en eslóganes, el flabbergasting y la confusión cognitiva, están tomando por asalto nuestras plazas públicas y transformando algunos de nuestros museos, «templos de las musas», en gimnasios para titanes desatados. Las leyes de la armonía y la razón, los límites naturales, están claramente en el punto de mira, tomados y puestos patas arriba. El término «disfraz paródico» no está mal empleado para describir estos artefactos subversivos, que son arte sólo de nombre. «Donde hasta Afrodita palidece, caemos en mezclas sin fe ni razón» …

Fuente: http://euro-synergies.hautetfort.com/archive/2025/06/07/un-antidote-au-nihilisme-contemporain-les-incessants-petits-miracles-poe...

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera