Aleksandr Dugin: No puedo evitar pensar en Dasha y recordarla
- Este verano todo el mundo empezó a hablar de que tarde o temprano las negociaciones entre Rusia y Ucrania comenzarían. ¿Y después qué? Occidente seguirá armando al resto de Ucrania y usándolo contra nosotros. ¿Qué debemos hacer?
- Antes del ataque de Ucrania a la región de Kursk Putin ya había establecido cuales eran nuestras condiciones para negociar y que era ahora o nunca, ya que dentro de 15 minutos podrían ser otras. Así que la próxima vez las condiciones serán aún más duras: exigiremos no sólo cuatro regiones y el reconocimiento de Crimea. Creo que nuestra plataforma para negociar, es decir, aquella sobre la que estábamos dispuestos a debatir con respecto a un cese de las hostilidades, ya ha cambiado.
Pero Occidente y Ucrania no están en absoluto dispuestos a considerar estas propuestas seriamente. Nadie está siquiera cerca de ofrecernos un escenario que nos convenga. Por eso estamos siguiendo una política absolutamente correcta: hemos demostrado que estamos abiertos a las negociaciones, pero en nuestros términos, exigiendo el cambio del liderazgo nazi en Kiev, la desmilitarización de Ucrania, la negativa a que Ucrania forme parte de la OTAN y el reconocimiento de las cuatro regiones en sus fronteras geográficas. Este es el mínimo con el que estamos dispuestos a iniciar una conversación.
- Obviamente, tenemos que aprender las lecciones que nos ha dejado la operación militar especial, como reconstruir el ejército, el cual ha comenzado a ser transformado sobre la marcha. Pero, ¿qué pasa con la economía? ¿Qué pasa con la sociedad?
- Si seguimos defendiendo el liberalismo y la globalización, entonces nuestra economía debería formar parte de la economía mundial y depender de ella. Todo lo que nos define deberá, por lo tanto, estar ligado al mercado mundial: si producimos bienes que son valorados en todo el mundo seremos ricos, si no únicamente seremos pobres. Pero en ningún caso seremos soberanos.
En caso de que deseemos ser soberanos, entonces es necesario que cambiemos nuestra conciencia económica creando otros criterios para la información u otras reglas, como, por ejemplo, emitir una forma de moneda nacional que no provoque inflación. Es necesario tener una conciencia económica soberana y eso implica «desacoplar» o romper la dependencia de nuestro sistema con respecto a otro. Tenemos que romper la pareja Occidente y nosotros en todos los sentidos. Hemos decidido desacoplarnos en la esfera militar, en la esfera política y también en la defensa de los valores tradicionales. Sin embargo, en el ámbito del pensamiento económico y social no. Así que tenemos que hacerlo tarde o temprano.
La pregunta «¿de cuántos recursos y dinero disponemos para mantener al ejército?» depende de cómo hagamos las cuentas. Si contamos de forma correcto, entonces no habrá problemas.
Por ejemplo, se está introduciendo un «índice de fuerza estatal», lo cual crea una categoría global completamente nueva para el Estado. Hemos comenzado a calcular elementos que el modelo liberal occidental no tiene en cuenta: el territorio y los recursos. Estos elementos no tienen valor según las métricas occidentales, pero son de enorme importancia para nosotros. Por eso luchamos y pagamos con sangre el precio de hacerlo.
Otro ejemplo es el modelo de «financiación en dos circuitos» paralelos: destinamos una parte de nuestro dinero a proyectos estratégicos y este dinero casi nunca se usará dentro del mercado de consumo interno. Con ello se limita la amenaza de inflación. Ahora nos enfrentamos a la amenaza de inflación subiendo el tipo de interés, pero se trata de un método liberal. Mientras que el anterior no lo es.
Nuestros economistas patriotas están trabajando en varias propuestas y creo que la figura de Andrei Removich Belousov es muy importante en este sentido.
- Somos conscientes de que no levantarán las sanciones. ¿Nos acompañaran de por vida? No se trata sólo de un accidente, sino de una ruptura con Occidente. ¿Nos quedan sólo el Este y el Sur?
- Creo que estamos rompiendo para siempre con Occidente. Pero Occidente, al romper con nosotros, también se está aislando del resto del mundo y gradualmente está volviendo en su contra a las demás civilizaciones. Occidente terminará sepultado en el abismo que él mismo está cavando, al menos de que cambie. En caso de que se dé esto último, entonces las sanciones también desaparecerán. Pero se tratará de un Occidente diferente. Y las relaciones con él serán fundamentalmente diferentes.
La brecha entre Rusia y Occidente es irreversible. Occidente ya no es el modelo universal que pretendía ser. Rusia es una civilización independiente y no depende en absoluto de las sanciones. Estamos empezando a darnos cuenta de que somos un bloque poderoso y absolutamente soberano. Mantenemos excelentes relaciones con los países no occidentales incluso bajo tanta presión. Y si sobrevivimos simplemente cambiaremos la arquitectura del mundo actual.
En estos momentos estamos desafiando a Occidente, privándole de su corona, del derecho a determinar la política mundial. Occidente ya no es el líder, nosotros lo hemos desafiado. Aún no hemos pasado el punto crítico, pero cuando lo hagamos ya no importará como nos trate Occidente. Si quiere guerra, estaremos en guerra con él, si quiere ser nuestro amigo, entonces seremos amigos.
Por supuesto, Occidente se pregunta: ¿Es posible hacer eso? La respuesta de Xi Jinping es: sí, se puede. Y la respuesta de Putin es: sí, podemos. Debemos prepararnos para vivir en el mundo ruso. Es mejor estudiarnos a nosotros mismos y también a nuestros amigos.
- ¿Y China no nos traicionará? Ahora vende sus helicópteros tanto a nosotros como a Ucrania.
- No debemos cambiar el culto a Occidente por el culto a China o a la India o al mundo islámico. Debemos volver a la autosuficiencia, a la autarquía económica y tecnológica. Debemos crear nosotros mismos todo lo que necesitamos. Y cuando seamos fuertes entonces China nos respetará. Y también lo harán los demás.
El objetivo actual es construir un mundo multipolar sin un hegemón. Primero tenemos que domar los apetitos demoníacos y luciferinos de Occidente al colocarlo en el lugar que le corresponde. Occidente no es más que una provincia del mundo y no su metrópoli. Pero eso no significa que queramos crear un mundo bipolar. No, debemos reconocer el derecho de todas las civilizaciones a construir sociedades según sus propios modelos. Con algunas podemos tener buenas relaciones y con otras podemos tener malas relaciones.
- Así que usted dice que Occidente tiene dos opciones: fracasar o cambiar. ¿Existen otras opciones?
- The Economist, una revista muy realista, describió hace poco el escenario de la desaparición de Occidente: este agosto comenzará una crisis que arrasará la economía occidental. Y será por medio de esta catástrofe que llegaremos a un mundo multipolar. Es una oportunidad para nosotros.
- Alemania ya se está muriendo sin nuestro gas y nuestro mercado…
- ¿Por qué debemos preocuparnos por Alemania? Dejemos que colapse y sea devorada por oleadas de inmigrantes. Que estalle una guerra civil en Estados Unidos, quizá este otoño, después de las elecciones, estallará, ya que las contradicciones entre Harris y los partidarios de Trump representa dos formas muy diferentes de ver el mundo. Que bien. Esa gente nos ha declarado la guerra y nos está bombardeando, están usando a Ucrania, nuestra «parte maldita», contra el resto de los rusos. Están usando a este pariente endemoniado contra el resto de su familia. No debemos preocuparnos por salvar a Occidente. Dejemos que primero cambie y luego reconsideraremos nuestra actitud hacia él.
- El Antiguo Testamento dice: «Si hay 50 justos en esta ciudad, ¿no la salvarás por el bien de estos 50?». Existe gente sensata en Europa: Orban, Fico….
- Si Occidente va a hundirse en el abismo, entonces extendamos una mano a los que quieran salir de allí. Pero no podemos asumir la responsabilidad de cambiar por ellos: no somos Dios, sólo somos rusos. Debemos asumir la responsabilidad de llevar a cabo esos cambios en nosotros mismos, en Ucrania, en el espacio postsoviético y en la construcción de un mundo multipolar. Y, por supuesto, enviar una señal de apoyo a todos los opositores a esa élite satánica que se ha hecho con el poder de Occidente. Creo que a ellos les podemos tender una mano para salvarlos, pero no hasta el punto de que nos arrastren al infierno. El Occidente moderno será destruido. Pero si hay fuerzas sanas que lo puedan cambiar desde dentro, bien, les ayudaremos. Estableceremos relaciones amistosas con Occidente, pero con otro Occidente, él actual Occidente debe ser castigado por insultar nuestros símbolos sagrados en la inauguración de las Olimpiadas.
- ¿Hay alguna diferencia para nosotros entre que elijan a Trump o Harris? Putin dijo que los demócratas son mejores, ya sabemos qué esperar de ellos. ¿O eso no importa?
- Nuestro presidente lo dijo claramente con ironía. ¿Vieron sus ojos? Había una leve sonrisa en sus labios. ¿Se lo imaginan apoyando a Trump? Si lo hiciera, entonces Trump quedaría definitivamente enterrado.
Creo que Putin simpatiza más con Trump. Se puede negociar con él, es realista y partidario de unos Estados Unidos fuerte. Eligió a Vance – un enemigo del liberalismo – como su vicepresidente (eso ya es bastante bueno). Si Trump gana tendremos una oportunidad.
Si Putin continúa rígidamente con su patrón de, por ejemplo, «¿Ucrania o la muerte de la humanidad?», Trump, como buen negociador, pensará: ¿qué me importa Ucrania si está en juego la desaparición de la humanidad? ¿Para qué? ¿Por defender a Zelenski? ¿Te imaginas cómo se comportarán después de eso los bálticos y los polacos? Cuando ganemos en Ucrania, toda la humanidad nos hablará de otra manera. Y podremos preguntar incluso a nuestros amigos chinos: «¿Por casualidad vendisteis drones a los terroristas ucranianos?».
- ¿Habrá guerra en Estados Unidos?
- Por supuesto, eso me gustaría.
- ¿Qué debemos hacer con la demografía? ¿Prohibir los abortos? ¿Enviar a la gente a vivir al campo?
- El aborto está prohibido en todas las culturas religiosas. Si permitimos el aborto estamos diciendo que no creemos en Dios.
En cuanto a la vida en el campo, seguimos viviendo en «edificios» y no en «hogares de un solo piso». Tener muchos hijos en la ciudad es imposible para cualquier cultura. Es un patrón muy conocido. Es imposible cuando se vive en un espacio muy limitado, todo el mundo trabaja porque tiene que vivir tan bien como vive su vecino. La ciudad mata la demografía. Las familias numerosas que se trasladan a la ciudad se quedan sin hijos en la segunda o tercera generación. No podemos hablar seriamente de demografía hasta que no empecemos a construir edificios de un solo piso en Rusia.
En el campo puede haber tantos niños como se quiera. Allí la gente se mantendrá al menos bien alimentada. Y la comida se puede cambiar por unas botas, incluso aunque tenga un sabor agridulce.
De hecho, el capitalismo moderno no sólo satisface nuestras necesidades, sino que las crea. Nos hace querer más y más, incluso cosas que no necesitamos en absoluto. Así es como se construye la industria.
Tenemos que aumentar drásticamente el valor que le damos a la familia rusa. Ha sido destruida en los últimos cien años, primero por los experimentos bolcheviques y luego por los liberales. En principio, en condiciones normales, ya deberíamos ser 500 millones.
Si los lugareños de Moscú se encuentran con una gran familia islámica en su ciudad se sienten irritados. Y así debería ser: «Sí, son buenos, pero ¿dónde están mis otros cinco hijos? ¿Por qué me caso a los 30 y no tengo hijos, sino que me divorcio?». Tales ideas han destruido la autoconciencia de nuestra gente. La familia es algo muy importante. Es necesario cambiar nuestra psicología y, en primer lugar, la de los rusos, que son el núcleo del Estado.
- Todavía nos da miedo la palabra «ruso».
- Cuando SHAMAN canta toda la gente canta. La gente es normal. Pero algunos intelectuales refunfuñan diciendo: «¿Cómo puede suceder esto? El nacionalismo peligroso».
Por supuesto, hay formas horribles de nacionalismo, racismo y chovinismo. Pero todas ellas son opuestas a nuestro código cultural. Un ruso es antirracista. Nacimos y crecimos oponiéndonos al racismo. Para nosotros ser ruso significa tener un buen corazón. Cuando vemos a una persona amable y sincera decimos: «Entonces eres ruso». Y él nos dice: «Perdóneme, soy árabe». «Sí, pero aun así usted es ruso». No nos fijamos en la piel, ni en el idioma, sino en su moral.
- El 20 de agosto se cumplen dos años del asesinato de su hija, Daria. ¿Cómo se siente ahora?
- Desde esa época sólo siento dolor. Y ese dolor no desaparece. No encuentra consuelo. Supongo que no debería tenerlo. Nuestros héroes, nuestros guerreros, por supuesto, nos reconfortan. A todos los que he conocido en estos dos años, desde gente corriente hasta sacerdotes y jefes de Estado, todos dicen: «Pero Dasha es una santa». Se convirtió en una heroína, una heroína rusa. Soñaba con hacer algo realmente importante por su país y lo hizo. Pero eso no alivia mí dolor. De hecho, ya no sé qué es la vida… Y sólo vivo por el hecho de que estoy obligado a continuar lo que ella hizo. Ella iba a continuar mi trabajo y ahora siento que yo continúo el suyo….
- ¿Ha cambiado en algo su forma de vida? ¿El sentido de la vida?
- El significado, no, y la forma, tampoco. Llevo toda la vida trabajando, escribiendo y enseñando. No ha habido cambios formales, no he disminuido mis actividades. Pero, por supuesto, pienso en Dasha cada segundo de mí vida y no puedo dejar de pensar más y más en ella hasta que ya no soy capaz de seguir. ¿Te imaginas cuando no puedes ni olvidar ni recordar algo? Sin duda, eso marca la diferencia.
Cuando fallecen seres queridos siempre es doloroso, especialmente cuando son los hijos… Ni siquiera existe una palabra en nuestro idioma para hablar de ello. Un viudo es alguien que ha perdido a su mujer, una viuda ha perdido a su marido, un huérfano ha perdido a sus padres. Y el que ha perdido a sus hijos… Ni siquiera existe un nombre para describir ese dolor.
Fuente: https://www.kp.ru/
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera