El acuerdo entre Alíyev y Pashinián hace parte de nuestra vergüenza

14.08.2025

Es una humillación terrible para Rusia. Hasta hace muy poco, considerábamos Azerbaiyán, Armenia y Nagorno Karabaj como parte de nuestro territorio. Nosotros gobernábamos allí. Luego cedimos esos territorios, pero creíamos que conservábamos nuestra influencia, por ejemplo, sobre Karabaj a través de Armenia, que era nuestro aliado. Luego, con Pashinián, Armenia dejó de escucharnos y comenzó a equilibrar sus relaciones con Azerbaiyán. Decidimos ser amigos de Azerbaiyán. Y ahora hemos llegado a un completo fracaso, a un desastre total de nuestra política en el Cáucaso Meridional. Por supuesto, está Georgia, que con Ivanishvili se volvió menos agresiva y menos rusofoba, pero todo lo demás ha sido un fracaso total para nosotros.

Así es como hay que verlo. Existe gente responsable. Hay personas que aconsejaron a nuestro presidente que actuara así, que construyera las relaciones con Bakú, Ereván y Stepanakert de esta manera. Un fracaso es un fracaso. Una humillación es una humillación. El hecho de que ahora Alíyev, a quien de hecho apoyamos durante la guerra de Karabaj, y Pashinián, que se rebeló contra nosotros, trabajen para nuestro enemigo, es una bofetada. Y esta bofetada no viene de Estados Unidos ni de Occidente, que ya son nuestros enemigos. Es un golpe venido desde dentro.

Las mismas personas que construyeron todo esto desde dentro en Rusia, que decían que no había que involucrar a nadie, que «nosotros mismos nos encargaríamos», en lugar de Putin, merecerían la pena máxima. Sin embargo, tenemos una moratoria sobre la pena de muerte, somos humanistas. Y después de un fracaso catastrófico, monstruoso y humillante para el país y para nuestra sociedad, a menudo solo sigue mejorar. Una persona lo ha robado todo, lo ha echado todo a perder, ha traicionado a todo el mundo, y obtiene un puesto más alto.

Por supuesto, esta es una postura malsana. Nuestro pueblo, nuestra sociedad quiere justicia. No queremos sangre, no queremos violencia, pero queremos justicia. Y cuando vemos que las personas quedan completamente impunes por el fracaso total de nuestra política en el Cáucaso Meridional, es humillante. La firma de este acuerdo en Washington es una muestra de nuestra insignificancia, de que no controlamos nada, ni siquiera en el espacio postsoviético. En tal caso, ¿quién nos tendrá en cuenta a un nivel más alto?

Este dolor, esta ofensa, esta bofetada deben percibirse precisamente así: como una bofetada a cada uno de nosotros, a cada ruso. No tiene sentido decir: “¡Qué malos son! Ya os dijimos que Pashinián es un cachorro de Soros y que Alíyev es un canalla que trabaja para Erdogan y traiciona nuestra amistad”.

Esos no son argumentos. Sean quienes sean, hay que aceptar el golpe cara a cara.

Como decía mi amigo Evgueni Vsevolodovich Golovin: “Hay que aceptar el mundo exterior como un golpe, no hay que esquivarlo”.

No hay que decir: «Que me hayan sacado un diente no importa, hacía tiempo que me dolía y tenía pensado sacármelo». No hay que eufemizar el dolor. Lo que ha pasado con Alíyev y Pashinián es una humillación. Así es como hay que percibirlo. Es más sano y más honesto. Hemos perdido. Nos equivocamos al confiar el trabajo con Armenia y Azerbaiyán a personas que no eran las adecuadas. De otra manera no se puede explicar todo esto. Y si no lo percibimos como un fracaso, si no percibimos este dolor, dejaremos de ser personas y un Estado soberano y civilizado.

Por supuesto, se necesita justicia. Es necesario castigar de manera visible a aquellos que han llevado a nuestro país a esta situación en materia de política exterior frente a nuestros países vecinos. Es hora de poner fin a esto. Es hora de ajustar cuentas con los responsables de esta política, con las diásporas y con los grupos de presión externos que han contribuido a nuestro fracaso. O somos un imperio, un Estado soberano y una civilización o nos merecemos todo lo que vimos en Washington, cuando dos de nuestros «aliados» lamían las botas de nuestro enemigo.

Por eso, si los responsables de todo esto salen impunes, entonces no tengo buenas noticias. Por supuesto, somos un gran pueblo. Pero si no percibimos el fracaso como fracaso, la traición como traición, la humillación como humillación, entonces no valemos nada.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera