«La guerra no está perdida». Dugin propone una solución inusual para los problemas de la Operación Militar Especial
El filósofo, politólogo y activista Alexander Dugin, en sus últimas publicaciones en su canal de Telegram, califica lo que está sucediendo como «el momento en el que hay que dar el golpe de gracia y luego ya se verá que hacer». Según él, el principio negociador de Rusia debe permanecer inalterable: no ceder nada y llevárselo todo. Insiste en que nuestros recursos aún están lejos de agotarse y que es necesario castigar a Kiev con dureza y para siempre, ya que «si no castigamos a Ucrania y a Occidente por todo lo que nos han hecho, nadie nos tomará en serio».
Dugin está convencido de que la guerra no está perdida, aunque tampoco la hemos ganado. En su opinión, detenerse ahora significaría reconocer la debilidad. Subraya que hay que actuar con anticipación, sin mirar la reacción del enemigo: «Nosotros empezamos la operación especial. Fue nuestro deseo. Y de inmediato ganamos todo lo que se podía ganar». Según su lógica, hay que continuar con la misma determinación, sin retroceder. Dugin también se pronunció sobre si hay que ir a Alaska: “Vale la pena ir a Alaska si tenemos la victoria asegurada. Si no, que vayan Zelenski y Kaya Kallas. Sin nosotros”.
Dugin señala la lentitud rusa como uno de nuestros principales problemas en la Operación Militar Especial. Según sus observaciones, los enemigos nos superan en velocidad, mientras que nosotros «seguimos aplicando las reglas de tiempos de paz en casi todos los ámbitos». Considera que, en una situación de paz, el valor principal es la estabilidad, mientras que la guerra exige velocidad, aceleración y la movilización total de nuestro potencial. Las personas que trabajan siguiendo el «ritmo antiguo» no son capaces de alcanzar la victoria.
Al mismo tiempo, en los medios de comunicación se debate activamente la elección del lugar de encuentro entre los presidentes en Alaska. El canal «Tot samyi olen» (El mismo ciervo) señala el profundo simbolismo: para Estados Unidos, la venta de Alaska fue la mayor transacción de la historia, mientras que para Rusia supuso una humillante pérdida. Al mismo tiempo, los autores recuerdan que, ya en el siglo XIX, este territorio poseía enormes recursos y que al Rusia renunciar a él garantizó a Washington su dominio estratégico. Aconsejan sarcásticamente a los historiadores que justifican la venta que «al menos coman algo» si intentan presentar esta derrota como una victoria.
Según los autores del canal, quienes «vendieron Alaska» no podían ignorar la doctrina Monroe, que aún hoy determina la estrategia estadounidense. Consideran que fue precisamente la expulsión de Rusia del continente norteamericano lo que permitió a Estados Unidos protegerse y dominar el mundo, provocando guerras en Europa. Si Rusia no se hubiera ido, las bases militares en Alaska se habrían convertido en un poderoso factor disuasorio y, tal vez, no habría habido una carrera armamentística que agotó a la URSS.
Los autores del canal condenan duramente la motivación de quienes tomaron en su día la decisión sobre este acuerdo: «Qué hubo más, cobardía, estupidez o traición, es una cuestión discutible». Para ellos, es evidente que el motivo de Trump no es casual: actúa al estilo de Monroe, tratando de afianzar la influencia estadounidense. Y en este contexto, cualquier conversación sobre concesiones territoriales o incluso intercambios del tipo «cambiemos Alaska por Groenlandia» les parece una concesión diplomática.
En resumen, en estas narrativas que se cruzan se escucha una idea común: Rusia no debe hacer concesiones simbólicas ni demorarse en actuar. Dugin propone acelerar el ritmo, arriesgarse y actuar de forma preventiva, mientras que los comentaristas de los medios recuerdan el valor de cada pedazo de territorio y las lecciones que han enseñado los errores del pasado. La guerra, en su opinión, aún está lejos de terminar, por lo que cada paso, cada decisión debe tener profundidad estratégica y estar dirigida a fortalecer, y no a debilitar, las posiciones del país.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera


