Los Balcanes, Trotski, Parvus y los Jóvenes Turcos
25.05.2021
Entre 1910 y 1914 León Trotski fue el primer analista de las situaciones complejas que pusieron a sonar las alarmas ante la fragmentación política de los componentes nacionales que Inglaterra y Alemania, fundamentalmente, habían contribuido a encerrar dentro de fronteras "seguras".
El desenlace del análisis de Trotski lleva al estudio de los Balcanes que ingresa en un proceso de desintegración por las confrontaciones de sus integrantes, que es analizado por Olga Petrovich en su libro Realpolitik vs Moralpolitik. Este documento data de 1991, fecha en la que comenzó el incendio del territorio balcánico.
El ensayo nos permite enterarnos al detalle del genocidio étnico, lingûistico y religioso de los pueblos balcánicos a manos de la OTAN en los últimos 30 años transcurridos entre finales del siglo XX y lo que va del XXI.
La manipulación de los componentes geopolíticos y geoestratégicos de Turquía conduce a un intento que pareció entonces definitivo de desmantelar el imperio fundado por Osman I en el siglo XIV y ampliado por su descendiente consanguíneo Mehmet II 120 años más tarde. La inteligencia y la masonería británicas se dieron cita en los Balcanes para suprimir de la memoria turca la memoria de su imperio con el proyecto conspirativo de los Jóvenes Turcos, que fue apoyado por los comunistas rusos.
Escribe Trotski:
1. La "conspiración" de Austria y Bulgaria
Utilizando el pretexto de una huelga en los ferrocarriles, el príncipe Fernando de Bulgaria se ha apoderado de la línea de Rumelia oriental, propiedad hasta ahora de los capitalistas austríacos. Para defender sus intereses, el gobierno de Viena ha hecho pública inmediatamente una protesta moderada.
Y sin embargo los calumniadores tenían razón. Tanto la apropiación del ferrocarril austro-turco como la protesta de Austria conformaban los elementos de una conspiración entre los gobiernos austríaco y búlgaro. Este hecho se puso de manifiesto en dos o tres días. El 5 de octubre de 1908 Bulgaria proclamaba su independencia y dos días más tarde Austria-Hungría anunciaba la anexión de Bosnia y de Herzegovina. Estas dos acciones son sendas violaciones del Tratado de Berlín aunque en nada hayan modificado el mapa político de Europa.
Los Estados que hoy en día forman la península balcánica fueron fabricados por la diplomacia europea en la Conferencia de Berlín de 1879. En ella se tomaron todas las medidas para transformar la diversidad nacional de los Balcanes en una maraña de pequeños Estados. Ninguno de ellos podría extenderse más allá de un cierto límite. Cada uno de ellos constreñido entre sus propios lazos diplomáticos y dinásticos opuestos a todos los demás. Y para acabar, todos impotentes frente a las constantes maquinaciones e intrigas de las grandes potencias europeas.
Territorios poblados por Búlgaros fueron separados de Turquía por esta conferencia y transformados en principados vasallos. Sin embargo Rumelia oriental, cuya población era casi totalmente búlgara, siguió unida a Turquía. La revuelta que agitó estos territorios en 1885 modificó el reparto efectuado por los diplomáticos de la Conferencia de Berlín y, contra la voluntad del zar Alejandro II, Rumelia oriental se separó "de facto" de Turquía y se convirtió en Bulgaria meridional.
La anexión por Austria de las dos antiguas provincias turcas y de Herzegovina no modificó realmente las fronteras de ambos Estados. Las exclamaciones histéricas de la prensa patriótica eslavófila rusa denunciando la violencia austríaca contra los eslavos no puede alterar el hecho de que esas provincias fueron entregadas a la monarquía de los Habsburgo hace más de treinta años por la misma Rusia. Fue el pago que recibió Austria, como resultado del acuerdo secreto de 1876 con el gobierno de Alejandro II, en recompensa de su neutralidad durante la guerra ruso-turca de 1877.
La Conferencia de Berlín de 1879 no hizo más que confirmar el derecho de Austria a la ocupación de estas provincias por un período indefinido. Y el gobierno zarista por su parte recibió -a cambio de las dos provincias eslavas arrebatadas por Austria a Turquía- la Besarabia moldava expoliada a Rumanía.
2. La nueva Turquía afronta viejas dificultades.
La revolución aún no ha hecho revivir al país pero ha creado las condiciones para su renacimiento. Bulgaria y Austria se vieron amenazadas por el peligro real o aparente de que Turquía quisiera y fuera capaz de transformar la ficción en realidad. Eso explica la premura, marcada por el pánico, con la que Fernando se apoderó de la corona mientras Francisco José ampliaba los dominios sometidos a la suya.
Una simple mirada al mapa de los Balcanes basta para evidenciar la importancia de la región de Novibazar -una estrecha franja de terreno que pertenece a Turquía pero de población serbia y ocupada por las tropas austriacas a resultas del tratado de Berlín. Por una parte es como una cuña entre las dos partes de "la antigua Serbia", es decir, la Serbia propiamente dicha y Montenegro; por otra constituye un puente entre Austria y Macedonia. Una línea de ferrocarril que la atravesara (para la que Austria había obtenido una concesión en los últimos días de existencia del antiguo régimen turco) uniría la línea austro-bosnia a la línea turco-macedonia.
Y de esta forma Turquía no perdió nada, por el contrario recuperó una provincia cuyo futuro era cuanto menos dudoso. Si reaccionó con una protesta tan vigorosa fue porque tras la larga serie de discursos de bienvenida para con el nuevo régimen reconocía de nuevo y sin máscaras las ávidas mandíbulas del imperialismo europeo.
La revolución socavó la influencia de los Hohenzollern en Constantinopla, sentó las bases para el desarrollo de una industria "nacional" turca y cuestionó las concesiones alemanas, obtenidas por medio de la corrupción e intriga capitalistas. El gobierno de Berlín decidió retirarse temporalmente manteniéndose a la expectativa.
Gran Bretaña, por su parte, manifiesta sentimientos amistosos hacia el nuevo régimen en la misma proporción en que éste ha debilitado la posición de Alemania en los Balcanes. En el contexto de la lucha permanente entre las dos mayores potencias de Europa, los "jóvenes turcos" han buscado de manera natural apoyo y "amigos" a orillas del Támesis.
Como ya hemos dicho, Turquía tiene todas las razones para temer que el cuestionamiento de sus derechos ficticios por Bulgaria y Austria se vea acompañado de atentados a sus propios intereses. Sin embargo no se ha arriesgado a sacar la espada contentándose con apelar a las potencias del Congreso de Berlín. No cabe duda de que una guerra popular declarada a iniciativa de los "Jóvenes turcos" haría que su poder fuera indestructible ya que está ligado al papel del ejército. Pero eso a condición de que la guerra fuera victoriosa.
Tal objetivo no merece una guerra. ¿La recuperación de la Rumelia oriental? Eso no reforzaría a Turquía sino a las tendencias centrífugas, ya de por sí importantes, que el nuevo régimen intentaba superar. Los elementos reaccionarios, que en ningún caso tienen nada que perder, han desencadenado una viva agitación en favor de la guerra y, si se puede juzgar por los despachos que llegan de Constantinopla, han conseguido debilitar la influencia del gobierno y del comité de los "Jóvenes turcos".
Incomparablemente más grande puede ser la influencia del campesinado sobre el desarrollo de los acontecimientos en Turquía. El campesinado, una quinta parte del cual carece de tierra, sometido a un régimen de semi-servidumbre, encerrado en las redes de la usura, reclama medidas agrarias fundamentales por parte del Estado. Sin embargo, sólo el partido armenio "Dashnaktsutiun" y el grupo búlgaro-macedonio que dirige Sandansky persiguen un programa agrario más o menos radical.
3. Intrigas para una compensación "desinteresada".
Indiscutiblemente el enemigo más pérfido de la nueva Turquía es la Rusia zarista. El Japón hizo retroceder a Rusia en las orillas del Pacífico y ahora una Turquía fuerte amenaza con expulsarla de los Balcanes. Una Turquía consolidada sobre cimientos democráticos se convertiría en un centro de atracción para todo el Cáucaso y no sólo para los musulmanes. Unida a Persia por la religión, Turquía podría expulsar a Rusia de este país y convertirse en una seria amenaza para las posesiones rusas en Asia central.
San Petersburgo está dispuesto a golpear a Turquía de todas las maneras posibles. El semi-consentimiento a la anexión de Bosnia y Herzegovina que Izvolsky (ministro de Asuntos exteriores de Rusia) transmitió a Aehrenthal (ministro de Asuntos exteriores austriaco) se debía indudablemente al cálculo de las ventajas que Rusia podía esperar del desorden en los Balcanes.
Ya he tenido ocasión de escribir en estas mismas páginas que, en su etapa actual, la diplomacia zarista carece por completo de una "idea" unificadora y puede ser definida como un oportunismo parasitario. Se nutre principalmente del conflicto entre Alemania e Inglaterra y es parasitaria incluso en relación con la política imperialista de los gobiernos capitalistas. Combina la alianza con Francia y la "amistad" hacia Alemania, los acuerdos secretos con Aehrenthal con los encuentros oficiales con Pichon (ministro francés).
Durante las vacaciones, Miliukov visitó la península balcánica y llegó a la conclusión de que todo funcionaba de maravilla. Con su característica audacia, señala que ya está muy avanzado un acercamiento entre Serbia y Bulgaria y que pronto se verían sus frutos. Sin embargo pocas semanas después el paneslavismo iba a pasar por una experiencia desagradable. ¿Qué sucedió? Que los búlgaros llegaron a un acuerdo con el "enemigo jurado de los eslavos", Austria, y le ayudaron a anexionarse sus provincias, pobladas de serbios.
¿Qué quiere decir ahora "ceder" demasiado? Hace dos años, estos señores acudieron a París para recabar el apoyo de los radicales franceses contra el zarismo. Y ahora requieren al gobierno zarista contra una Turquía que lucha por revivir. Las pérdidas que ha sufrido Turquía les ha proporcionado un pretexto para pedir una compensación a Rusia a expensas de Turquía.
4. ¡Fuera de los Balcanes!
La diplomacia rusa quiere asegurar a su marina la libertad para entrar en el Mediterráneo desde el Mar Negro, aguas en las que ha estado confinada durante más de medio siglo.
El Bósforo y los Dardanelos, el camino hacia el Mediterráneo, están vigilados por la artillería turca pues, en virtud del "mandato" europeo, Turquía es el guardián de los estrechos. Al igual que los navíos de guerra rusos no pueden abandonar el Mar Negro, los barcos de los otros Estados no pueden entrar en él. La diplomacia zarista quiere que se abra el cerrojo, pero sólo para su propia flota.
Gran Bretaña no puede aceptar esta pretensión de ninguna manera.
Trotski escribió varios años más tarde:
Turquía se encuentra en la península balcánica, al sureste de Europa. Desde tiempos inmemoriales este país ha simbolizado el estancamiento, el inmovilismo y el despotismo. En este terreno, el Sultán de Constantinopla no le va a la zaga a su hermano de San Petersburgo, incluso le saca ventaja. Pueblos de diferentes razas y religiones (eslavos, armenios, griegos) fueron sometidos a diabólicas persecuciones.
Las escuelas no abundaban. El gobierno del Sultán -que temía el crecimiento del proletariado- dispuso toda una serie de medidas que dificultaban la creación de fábricas. Los espías intrigaban por doquier. El despilfarro y la malversación de fondos que practicaba la burocracia del Sultán (igual que hacía la del Zar) no conocían límites. Todo esto debía conducir inexorablemente a la quiebra completa del Estado.
Parvus
Aleksandr Lvóvich Parvus, nacido Izráil Lázarevich Guélfand, también escrito como Helphand; en ruso, más conocido por su seudónimo Alexander Parvus, fue un socialista revolucionario nacido en 1867 en Bielorrusia. De origen judío ruso, se afincó en Alemania, donde alcanzó distinción como economista y escritor marxista.
Si en 1893 se lo había expulsado de Prusia, en 1898 lo expulsaron de Sajonia, no sin lograr antes que lo sucediese al frente del periódico socialdemócrata de Dresde Rosa Luxemburgo, lo que supuso para ella su primer contacto con la actividad periodística en Alemania Tras su expulsión viajó a Rusia con pasaporte falso para informarse sobre la hambruna en el Volga.
Periodista en los Balcanes
Insatisfecho con el ambiente político en Alemania tras haber vivido la revolución en Rusia, se trasladó primero a Viena y, en 1910, se mudó a Constantinopla, donde permanecería cinco años. Allí creó una empresa mercantil de armas que obtendría cuantiosos beneficios durante las Guerras balcánicas.
Parvus se dedicó inicialmente al periodismo, convencido de que la siguiente gran crisis europea surgiría precisamente en los Balcanes. Primero escribió sobre los Jóvenes Turcos para la prensa alemana, y más tarde comenzó a escribir en La Jeune Turquie (La Joven Turquía), periódico oficial del nuevo gobierno turco en el que analizó el impacto del novedoso fenómeno del imperialismo de la Europa occidental en el Imperio otomano. Poco a poco, el periodismo fue dejando paso a los negocios y la prosperidad económica: Parvus se convirtió en asesor de negocios de comerciantes rusos y armenios.
Los Jóvenes turcos
En 1876 Los Jóvenes Otomanos que más tarde adoptarían el nombre de los Jóvenes turcos, en 1896. Los Jóvenes Turcos alcanzaron el poder en 1908 como paso siguiente a una conspiración británica masónica. En Salónica fue organizada la logia Macedonia Resurgida, que fue el centro conspiratorio del grupo. La eminencia gris era Emmanuel Carasso, especulador italiano instalado en Turquía.
Carasso se dedicaba a supervisar los alimentos que entraban en Turquía en operaciones de importación. Aprovechó los enlaces internacionales del traficante de armas y especulador Alexander Helphand Parvus.
De la misma manera que el agente inglés Urquhart había sido mentor de Carlos Marx en su lucha contra el zarismo ruso, Parvus invirtió muchos recursos en la organización del movimiento revolucionario ruso a partir de las movilizaciones de 1905, que él financió. Su agente fue León Trotski, con quien elaboró la teoría de la revolución permanente, contenida en el libro que lleva ese nombre.
Parvus se estableció en Turquía en 1908 poco después de la revolución de los Jóvenes turcos. En unión de Carasso formó una empresa especuladora que les permitió acumular el dinero necesario para actuar en Rusia. La gran colaboración para la revolución comunista de 1917 la gestionó Parvus y los recursos financieros fueron entregados a Lenin.
Fuentes de consulta:
Executive Intelligence Review, April 12, 1996
The Young Ottomans revival.
1910.
Los Balcanes, la Europa capitalista y el zarismo
Por León Trotski
Primera Edición: Proletary nº 38 - 01.11.1910
Fuente: Archivo francés del Marxists Internet Archive 2000