Occidente se ha dividido en tres partes
Últimamente se han producido una serie de acontecimientos importantes en la política mundial. Por un lado, el asesinato del conservador cristiano Charlie Kirk, una de las figuras clave del movimiento MAGA, y posteriormente su funeral, al que asistieron cientos de miles de personas, incluido todo el Gobierno estadounidense (donde se produjo la histórica reconciliación entre Trump y Musk) y que simbolizó la determinación de la mitad conservadora de la sociedad estadounidense de cambiar radicalmente todo el sistema ante la amenaza de que se desate un terrorismo liberal a gran escala.
Por otro lado, tenemos el hecho de que Gran Bretaña, Canadá, Australia (es decir, la Commonwealth) y Portugal (aliado tradicional del Imperio Británico) han reconocido a Palestina. El primer ministro Netanyahu, que está llevando a cabo una política agresiva de expansión del Gran Israel y práctica un auténtico genocidio contra la población palestina en Gaza, ha maldecido a estos países y a sus gobernantes, prometiéndoles un terrible castigo.
Al mismo tiempo, Trump y Estados Unidos están totalmente del lado de Netanyahu, mientras que los países europeos de la OTAN parecen estar en contra. ¿Qué está pasando?
Es evidente que el Occidente colectivo está dividido en muchos frentes y posiciones. En particular, en lo que respecta al Gran Israel.
Aquí el panorama es el siguiente: los globalistas de izquierda, las redes de Soros y el Partido Demócrata de Estados Unidos, están a favor de Palestina y en contra de Netanyahu. Son ellos quienes enviaron la flotilla Sumud con Greta Thunberg a Gaza. Del lado de Palestina están los musulmanes de Europa y Estados Unidos, los salafistas y los izquierdistas: el marxismo cultural, los transgéneros, los furries, el BLM, el LGBT* y los inmigrantes ilegales (todos ellos prohibidos en Rusia). Este es el frente de los oponentes a Trump.
El otro polo: AIPAC (Comité Americano-Israelí de Asuntos Políticos, un influyente lobby israelí), neoconservadores, sionistas de derecha, parte de MAGA (una minoría, por cierto, frente a figuras como Tucker Carlson, Candace Owens, Steve Bannon, Alex Jones, Matt Gaetz e incluso, últimamente, Charlie Kirk, se oponían a Netanyahu) y, lo más importante, el mismo Trump. En general, todos ellos también se muestran críticos con el islam debido a su expansión cultural y con China debido a su increíble crecimiento económico y tecnológico.
Por cierto, los líderes de los movimientos populistas de derecha en la UE, que en casi todas partes se han convertido en los más populares candidatos en cuanto al apoyo político de la población, están a favor de Netanyahu y Trump.
Pero... la mayoría de los seguidores de MAGA en Estados Unidos, aunque no están a favor de Palestina, sí están en contra del lobby israelí en Estados Unidos. Al igual que la mayoría de los populistas de derecha en Europa.
Este es el tercer polo que se levanta contra Soros y contra Netanyahu. Esta es la posición que mantiene la población occidental en general. Pero las élites han optado por un camino diferente.
Hay una contradicción evidente: en la cima de la vida política, incluso teniendo en cuenta la oposición populista de derecha, existe un enfrentamiento entre las redes de Soros y el lobby proisraelí. Entre la población, sin embargo, existe la firme convicción de que ambos son inaceptables. Así surge una clara incoherencia.
En Estados Unidos, esta tercera posición, contraria tanto a Soros como a Netanyahu, ha adquirido su máxima expresión y es defendida por figuras como Tucker Carlson, Candace Owens, Steve Bannon y Alex Jones, es decir, por prácticamente todos los principales ideólogos de MAGA. Elon Musk se opone firmemente a Soros y es claramente crítico con Netanyahu, pero intenta no hacer demasiado hincapié en esto último.
En Europa, a los representantes de esta tercera postura no se les permite expresarse. Allí, la censura liberal funciona es extrema. MAGA en Estados Unidos, sintiéndose más poderosa, comenzó a comportarse con mayor libertad. El mismo Charlie Kirk, poco antes de su muerte, expresó su legítima sorpresa: ¿por qué en Estados Unidos existe menos libertad para criticar a Netanyahu que en el propio Israel? Los enemigos acérrimos de Netanyahu del bando MAGA dedujeron de ello la hipótesis de que los servicios especiales israelíes podrían estar implicados en el asesinato de Kirk. Pero esta hipótesis no recibió un amplio apoyo, incluso fue rechazada por el político estadounidense más radical, Nick Fuentes, que hace declaraciones verdaderamente extremistas y excesivas. Por cierto, a pesar de su extremismo, su audiencia está creciendo rápidamente y, a pesar de su corta edad, está pasando de ser un marginal a convertirse en una figura política influyente.
Tras el acontecimiento histórico en el estadio de Arizona en la ceremonia de despedida de Kirk, todas estas tendencias no harán más que radicalizarse. Nadie duda de que los culpables del asesinato de Kirk son los liberales globalistas, una especie de Soros colectivo. Y las masas exigen el arresto de Soros y la aplicación la confiscación de sus fondos por medio del RICO, que permite a las fuerzas del orden actuar en régimen de emergencia: arrestar, interrogar, confiscar documentación, rastrear transacciones financieras, etc. En esencia, Trump ha equiparado a Soros padre y a su hijo con «enemigos públicos».
Es interesante que, en lo que respecta a Rusia, se observe la misma división entre los países occidentales y las fuerzas políticas. Las redes de Soros, los globalistas, se oponen dura y agresivamente a Rusia y apoyan totalmente a Zelenski. Esa es la posición de las élites globalistas liberales de la UE: Starmer, Macron, Merz, en esencia, las mismas fuerzas que reconocieron a Palestina. En Estados Unidos, es precisamente el Partido Demócrata el que sigue insistiendo en nuevos suministros de armas a Kiev, en la imposición de nuevas sanciones a Rusia y en una escalada directa. Trump dice que la guerra en Ucrania es «la guerra de Biden», no la suya, de los globalistas, no de MAGA. Por eso quiere terminarla lo antes posible, pero no sabe cómo.
Los que apoyan a Netanyahu prestan mucha menos atención a Rusia. Es un problema en comparación con el Gran Israel e incluso con China, que es el número tres. Hay algunas figuras en el lobby abiertamente proisraelí de Estados Unidos (el terrorista Lindsey Graham* y Richard Blumenthal, otro terrorista, pero del Partido Demócrata, además de Mark Levine de Fox, etc.), que insisten en continuar la guerra con Rusia y presionan a Trump en esa dirección.
Trump se balancea y vacila entre MAGA y los neoconservadores, que representan ese mismo «Estado profundo», cuyo núcleo son precisamente los globalistas de izquierda. Es revelador que Netanyahu, en uno de sus discursos, arremetiera precisamente contra el «Estado profundo», subrayando una vez más que el sionismo de derecha (por mucho que nos guste o nos disguste) es una cosa, y el globalismo de izquierda, otra. Para Soros, Netanyahu es un enemigo ideológico igual que Trump, Putin, Orbán, Xi Jinping y Modi.
La situación no es sencilla y debe analizarse detenidamente.
Antes de Trump, todo era más fácil. El Occidente colectivo era liberal de izquierdas y globalista: la ideología, la política y la estrategia de Soros eran, en general, comunes a todos. Era una dictadura unánime del «Estado profundo» internacional.
Ahora todo es más complicado.
Por supuesto, el polo globalista de izquierda y el «Estado profundo» internacional mantienen sus posiciones. Este «Estado profundo» controla prácticamente por completo Europa y mantiene posiciones importantes en Estados Unidos. No se trata solo del Partido Demócrata propiamente dicho, sino también de un gran número de funcionarios, entre ellos jueces, sheriffs, gobernadores, militares de alto rango, burócratas, personas del mundo de la cultura, periodistas, blogueros y oligarcas. Bajo su control se encuentran la Reserva Federal, Larry Fink, de BlackRock (que recientemente se ha convertido en el presidente del Foro de Davos, sustituyendo a otro globalista, Schwab), la mayoría de los magnates de Silicon Valley y los financieros de Wall Street. Sus posiciones en la CIA y el FBI son extremadamente fuertes.
Pero también se está fortaleciendo el polo MAGA, que se ha vuelto a unir tras el asesinato de Charlie Kirk. Y aquí es simbólica la reconciliación entre Elon Musk y Donald Trump. Elon Musk no solo hizo mucho por la victoria de Trump, sino que, inmediatamente después de la toma de posesión de Trump, llevó a cabo reformas, eliminando toda una serie de estructuras globalistas de izquierda: USAID, el Ministerio de Educación, etc.
Es importante señalar que el Occidente colectivo no se ha dividido en dos, sino en tres partes:
· los globalistas de izquierda (Soros, la UE, el Partido Demócrata);
· el influyente lobby sionista (que controla en parte el populismo de derecha);
· los movimientos del «pueblo profundo» como MAGA, que se muestran críticos tanto con los globalistas como con los sionistas.
Tanto ideológica como geopolíticamente, lo más cercano a nosotros es precisamente el «pueblo profundo». Ha salido de las sombras y poco a poco se está convirtiendo en una fuerza independiente.
Todos estos son factores nuevos a los que no estamos acostumbrados. Tradicionalmente, las fuerzas de izquierda eran cercanas a la URSS, pero hoy en día, en el Occidente moderno, o simplemente no existen o se han degenerado hasta convertirse en una parodia del trotskismo, obsesionadas por el género y los inmigrantes ilegales, convirtiéndose en instrumentos en manos de los globalistas de izquierda (el mismo Soros). Es por eso que no solo son inútiles para nosotros, sino directamente hostiles.
Los aliados objetivos de Rusia en Occidente son los partidarios de la revolución conservadora popular, cristiana y tradicionalista. Hay que reconocerlo y seguir adelante.